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Vivimos en un momento en el que, para muchos, el estrés es el pan de cada día. Aunque muchas veces ni siquiera nos damos cuenta, el estrés afecta notablemente a nuestra salud física y mental, desgastando nuestro bienestar general. De hecho, el impacto que este tiene en nuestra salud, puede ser más grave de lo que pensamos. Una serie de estudios han destacado la importancia de lidiar correctamente con las situaciones de estrés para que no nos afecte de forma negativa pero, también, es importante conocer a qué nos enfrentamos si nos vemos sometidos a un estrés constante.
El estrés a corto plazo
El estrés a corto plazo, aunque parezca que no, puede empezar a causar ciertas respuestas en nuestro organismo. Una de estas respuestas es la fisiológica, en la que el cuerpo reacciona al estrés liberando hormonas como el cortisol o la adrenalina. Debido a esta liberación de hormonas, la frecuencia cardíaca, la presión arterial o la tensión muscular aumentan.
Es cierto que, el estrés, puede ser bueno en determinadas situaciones. De hecho, en el muy corto plazo, puede ayudar a nuestro cuerpo a enfrentar situaciones estresantes protegiéndolas ante estas.
El estrés a largo plazo
Cuando el estrés se instaura en nuestra vida y organismo durante un largo plazo se le denomina crónico. Esta cronificación del estrés puede derivar en muchas y diversas enfermedades.
Las principales y más comunes son las cardíacas. El estrés crónico aumenta notablemente el riesgo de hipertensión o accidentes cerebrovasculares, por ejemplo. Además, se puede padecer diabetes como resultado de un estrés prolongado.
Trastornos como la obesidad o la anorexia también pueden resultar del exceso de estrés. De hecho, este se manifiesta en cambios en el comportamiento alimentario. Ligado y similar a estos trastornos, el desgaste físico también se puede dar con motivo del estrés crónico.
Por otro lado, existen otras patologías que aunque, a priori, no tienen por qué estar relacionado con el estrés; en caso de sufrirlo de forma crónica sí que vendrían derivados de este. Podemos encontrar desde problemas en la piel como el acné, los eczemas o las erupciones cutáneas; problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad o las alteraciones del sueño; hasta problemas en el proceso digestivo.
La salud mental se puede ver afectada de forma notable cuando se sufre estrés crónico. El estrés crónico puede desencadenar o agravar la ansiedad y la depresión, aumentar la irratibilidad y las emociones negativas; y puede llegar a generar problemas de concentración o memoria que puede repercutir en cómo desenvolvemos nuestra profesión.
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