En tiempos donde el fútbol se percibe cada vez más como una industria guiada por cifras astronómicas y contratos millonarios, hay historias que devuelven el alma a este deporte. Una de ellas es la de Santi Cazorla, que a sus 40 años lidera, con talento y generosidad, el sueño del Real Oviedo de regresar a Primera División.
En La Pizarra de Quintana, se abrió un debate lleno de emoción, iración y reflexión en torno a la figura del internacional asturiano. Carlos Carpio, Toni Padilla y Santiago Cañizares coincidieron en que el gesto de Cazorla trasciende lo deportivo: "Esto es como una caricia al corazón", aseguró Carpio, al referirse al gol que el jugador marcó de falta directa en el playoff de ascenso.
"A los 40 años, el cuerpo te pide parar, y más si has tenido lesiones. Lo que hace Cazorla es un ejercicio de generosidad y dolor que no se paga con dinero"
Cazorla no solo ha vuelto a su casa, sino que lo ha hecho jugando prácticamente gratis, con el salario mínimo permitido y donando el 10% de lo recaudado por la venta de sus camisetas a la academia del club. Un ejemplo de entrega que, según Cañizares, tiene un valor inmenso: "A los 40 años, el cuerpo te pide parar, y más si has tenido lesiones. Lo que hace Cazorla es un ejercicio de generosidad y dolor que no se paga con dinero".
Pocos futbolistas eligen caminos similares al del asturiano
No todos pueden permitirse regalarse algo que el dinero no compra. “Primero hay que hacer patrimonio. Luego ya puedes volver a tu club y regalarte un último baile”, comentó Cañizares, comprensivo también con quienes optan por ligas económicamente lucrativas.
La presión, las críticas, las lesiones y la dificultad de competir en Segunda División, hacen de ella una de las ligas más duras del continente. Pero si algo quedó claro, es que la vuelta de Cazorla no es una historia cualquiera. Es el regreso de un ídolo, pero también un acto de resistencia contra un fútbol cada vez más deshumanizado.
“Es muy fácil sentirse representado con alguien como Santi”, dijo Padilla. “Nos recuerda que todavía hay historias en el fútbol que se viven con el corazón”. Mientras tanto, Cazorla sigue entrenando, jugando y soñando con el ascenso.
En un deporte que muchas veces olvida su esencia, la historia de Cazorla es un recordatorio poderoso: hay cosas que el dinero no puede comprar. Y un gol en el Tartiere puede seguir siendo uno de los mayores tesoros del fútbol.
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