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Hubo un tiempo en el que los nombres de Salomón y Federico Obama figuraban en los informes de los mejores ojeadores de España. Su irrupción en el prestigioso Torneo de Fútbol Infantil de Brunete, defendiendo la camiseta del Atlético de Madrid, los colocó automáticamente en la lista de futbolistas a seguir. En ese escenario donde han brillado futuras estrellas como Iniesta, Torres o Cesc Fàbregas, los hermanos Obama se convirtieron en sensación.
Físicamente poderosos, veloces, con personalidad y carisma, Salomón, y Federico parecían predestinados a convertirse en las próximas joyas de la cantera colchonera. Pero como tantas veces sucede en el fútbol base, la promesa no siempre se convierte en realidad. Años después, lejos del foco, sus trayectorias son el reflejo de un camino que empezó brillante y terminó entre sombras.
De Guinea Ecuatorial a la Academia del Atlético
Nacidos en Malabo, Guinea Ecuatorial, y formados desde muy jóvenes en España, los Obama encontraron en el Atlético de Madrid el lugar ideal para desarrollar su talento. Atraídos por su físico precoz y su potencia, el club rojiblanco apostó fuerte por ellos en las categorías inferiores.
En el caso de Salomón, el recorrido fue más largo. Extremo izquierdo o delantero con potencia y desborde, fue escalando peldaños hasta llegar al Atlético B, e incluso fue convocado por Simeone para un amistoso con el primer equipo en 2017, cuando apenas tenía 17 años.
Federico, por su parte, no llegó tan lejos. También delantero, su presencia destacaba por su capacidad física y su juego de espaldas, pero su progresión se frenó en la etapa de Juvenil. Poco después, su vínculo con el Atlético se rompió.
El giro inesperado: de la élite a los márgenes
Tras su salida del Atlético, Salomón Obama emprendió una carrera errática en busca de minutos y oportunidades. Jugó en equipos como el Mérida, el Celta B o el Dibba Al-Fujairah de Emiratos Árabes, sin lograr la estabilidad necesaria para dar el salto definitivo.
En 2024, recaló en una liga modesta como la Primera División de Andorra, defendiendo la camiseta del Ranger’s FC, donde ha encontrado cierta continuidad como delantero. Paralelamente, Salomón ha representado a la selección absoluta de Guinea Ecuatorial, con la que ha participado en varios compromisos internacionales. Aunque lejos de los focos de LaLiga, ha logrado mantenerse activo y ligado al fútbol profesional, en una trayectoria que, aunque no cumplió las expectativas iniciales, le ha permitido seguir compitiendo y viviendo del deporte.
El caso de Federico Obama es aún más crudo. Tras su paso por el Juvenil del Atlético, intentó relanzar su carrera en equipos modestos del fútbol madrileño. Pero poco a poco se fue apagando su figura. Desde 2023, no ha vuelto a firmar por ningún club. A sus 25 años, su nombre ha desaparecido prácticamente del mapa futbolístico.
La cara oculta del fútbol formativo
La historia de los hermanos Obama no es la única. Es una de tantas que ejemplifican la crudeza del fútbol formativo en España, donde el embudo del éxito es cada vez más estrecho y solo unos pocos logran hacer carrera en la élite. Por cada futbolista que alcanza la gloria, hay decenas que se quedan en el camino, víctimas de lesiones, malas decisiones, presiones externas o, simplemente, de la falta de oportunidades.
En su día, Salomón y Federico fueron retratados por cámaras, entrevistados por medios y proyectados como ejemplos de integración y éxito en el deporte español. Hoy, su rastro es silencioso.
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