- Radio MARCA. España cae en penaltis… y La Pizarra mete el bisturí: "Falta pausa, falta control… y falta revulsivo"
- Sociedad. Alice Campello rompe su silencio tras las amenazas de muerte a Álvaro Morata: “Tened respeto y dejad de ser tan malas personas”
En el mundo del fútbol, pocas palabras tienen tanto peso como defensa. Defensa del equipo, defensa del escudo y, sobre todo, defensa de los jugadores cuando más lo necesitan. Hoy, tras el último partido de la selección española, toca reflexionar sobre una figura que ha sido protagonista para bien y para mal: Álvaro Morata. En medio de críticas hacia el rendimiento colectivo del conjunto dirigido por Luis de la Fuente, ha surgido una oleada de comentarios negativos que, más allá del análisis deportivo, han traspasado los límites de lo aceptable.
Es evidente que hay aspectos del juego del combinado nacional que se pueden y deben criticar. La gestión de los cambios, la continuidad de jugadores como Pedri o la posibilidad de haber apostado más tiempo por futbolistas como Lamine Yamal son decisiones que pueden debatirse. Pero cuando se pasa del análisis al ataque personal, como ha ocurrido con Morata, la conversación se pervierte.
Morata falló un penalti, sí, como lo han hecho antes grandes nombres de la historia del fútbol. Desde Roberto Baggio hasta Joaquín en Corea 2002, errar desde los once metros no convierte a un jugador en culpable de una debacle, ni mucho menos en un enemigo público. Sin embargo, la reacción desmedida de parte de la afición española parece olvidarlo todo: los goles decisivos, la entrega constante y el liderazgo silencioso que Morata ha demostrado con la camiseta de España.
Es preocupante que, en lugar de evaluar su rendimiento con equilibrio, se recurra al señalamiento constante. Morata ha sido pieza clave en la cohesión del vestuario y en los éxitos recientes de la selección. Su aportación va más allá de las estadísticas: ha sido un ejemplo de compromiso y profesionalidad, reconocido por compañeros y cuerpo técnico por su papel dentro y fuera del campo.
Los datos hablan por sí solos. Solo tres jugadores han marcado más goles con la selección española que Álvaro Morata. Está a un paso de Fernando Torres, una leyenda. Ha aparecido en momentos clave, ha hecho goles en fases finales y ha tirado del carro cuando muchos dudaban. Entonces, ¿de verdad merece este linchamiento público por un solo fallo?
La situación ha llegado a un punto alarmante. Que su esposa, Alice Campello, haya tenido que denunciar amenazas de muerte en redes sociales demuestra hasta qué punto se ha perdido el norte. En un país que habla de salud mental, respeto y valores, estos ataques reflejan la hipocresía de una parte de la sociedad que exige sin ofrecer empatía.
Morata podría decidir no volver a la selección. Y si así lo hace, no pasará nada desde el punto de vista deportivo. Pero sería una derrota simbólica para todos
"Dejaríamos escapar a un jugador que representa el orgullo y el esfuerzo de una generación. No se trata de blindarlo ante la crítica, sino de dejar de crucificarlo como si llevara solo el peso de todas las frustraciones de un país futbolero".
Por justicia, por memoria y por respeto, es momento de parar. De recordar que Morata es uno de los nuestros. De reconocer que fallar un penalti no borra años de entrega. Y sobre todo, de entender que en el fútbol, como en la vida, la defensa no solo se aplica en el campo. También en la dignidad de quienes lo dan todo por su país.
Comentarios